14/11/09

El portal número 20



No era el más grande, pero sí el más acogedor. Los chavales de mi calle nos metíamos en su amplio zaguán para escapar de los calores del verano y de los fríos del invierno. En las otras dos estaciones –la primavera y el otoño todavía nos visitaban- no era necesario: se superaban a golpe de carreras y peleíllas.

Sentados en los primeros escalones, nos explicábamos aventuras: callaba uno y empezaba el otro. Y allí estábamos, resguardados de las inclemencias hasta que la inclemente vecina del primer piso nos amenazaba con bajar a zurrarnos si no salíamos a la calle de estampida. Y entonces nos refugiábamos en otro portal –preferentemente el 4 o el 16-. Fue un imborrable tiempo de aventuras: la misma vida nos lo parecía. Como dijo el novelista Joseph Conrad hablando de su propia experiencia y obra: “Creía que era una aventura y en realidad era la vida”.

Por lo que recuerdo, pronto adquirí entre mis “compis” la fama de cuentista que me sigue acompañando desde entonces, especialmente entre mi familia. Hasta hace unos años, anduve contando cuentos a mis hijos en nuestros viajes por las carreteras españolas, para hacerles amenos los trayectos, y he dedicado algunos a mis nietos y nietas.

He recordado esta batallita porque ya estamos avisados de que los días de las fiestas navideñas -perdón, invernales- están a la vuelta de la esquina. Da gusto ver en las librerías los estantes dedicados a la literatura infantil y juvenil. ¡Qué derroche! Y me alegro. Pero me inquieta un poco pensar que los niños de hoy ya no se cuentan cuentos y aventuras unos a otros; si acaso, hablan del último videojuego para su play. Es a lo que pueden aspirar. Lastimosamente, no aprenderán mucho de bueno en algunos de ellos. No espero que todos estéis de acuerdo conmigo, pero me temo que los continuos atentados contra la creativa fantasía propia les están robando cosas muy hermosas a nuestros pequeños. Y lo siento enormemente, porque una vida sin aventuras propias o inventadas que compartir debe de ser tremendamente aburrida.

    6 comentarios:

    José Luis López Recio dijo...

    Estoy de acuerdo contigo. Tanto juego y tanta película no dejan espacio para que los niños desarrollen su imaginación. Es una pena que sea así.
    Saludos

    El Ratón Tintero. dijo...

    Por un momento me has recordado a Meryl Streep en "Memorias de África" :-)
    Y por supuesto, no puedo estar más de acuerdo contigo.
    La imaginación y la creatividad tienen una gran dosis innata, pero también es un "músculo" que hay que ejercitar para su buen desarrollo; y existen gran cantidad de juegos para conseguirlo.

    (!) hombre perplejo dijo...

    Por ahí circula el rumor de que van a publicar algunas de esas batallitas que contabas a tus hijos y nietos. No vendría mal, para contrarestar esos continuos atentados de los que hablas !)

    el abuelo dijo...

    Hola, fiel joselop44:

    Pues ya ves cómo van las cosas. Alguien "profetizó" hace años la desaparición de la niñez. No creo que eso vaya a ocurrir -¡pobres de nosotros sin niños!-; pero sí parece que los niños van a ir siendo diferentes... como en cada generación. Lo que me enrabia y duele -sobre todo porque soy abuelo, supongo- es que se cercene su creatividad.

    Hasta que tú qieras, un saludo.

    el abuelo dijo...

    Estimadísima Ratón Tintero:

    ¿No hubiera sido más propio que te recordara a Robert Redfort? Eso es porque no incluyo mi foto en el blog. Broma incluida, gracias de nuevo por tu solidaridad con casi todo lo quue escribo. Me siento honrado. Y, desde luego, en el mundo de los juegos los hay estupendos para el desarrollo integral de los peques; pero, a veces, tengo algunas dudas sobre el desarrollo integral de quienes les regalan esos juegos, sobre todo si se los compran para que les dejen tranquilos.

    Hasta siempre.

    el abuelo dijo...

    Querido Hombre perplejo:

    Me has dejado ídem con el rumor de que me van a publicar algunos de mis cuentos. No sé yo, no sé yo. Pues bien: si compras o te regalan alguno, háznoslo saber.

    Y dile al que te lo ha "soplao" que no sea tan chivato.