7/12/08

La necesidad de las cañerías


No, no va de fontaneros. Es que resulta que esta tarde, cuando salí para comprar algunos alimentos de esos que llaman “de primera necesidad”, me extrañó que la mayoría de los comercios estuvieran cerrados, hasta que una amable señora me recordó que hoy es el Día de la Constitución y que había libertad comercial para cerrar o abrir. Pues, resulta que fue en ese mismo momento que recordé lo de la necesidad de las cañerías. Me explico. Hace un par de tardes, distrayéndome más que trabajando en mi despacho, me encontré una nota con unas palabras de Adolfo Suárez hablando precisamente de esa Constitución que pactaron las diferentes fuerzas políticas en aquel momento de la transición. Decía aquella gran persona: “Hemos tenido que cambiar las cañerías sin cortar el agua”.

Menuda tarea; de encaje de bolillos. Lo menos que se puede decir de aquellos políticos es que “se mojaron” al asumir aquel trabajo. Dicho con el mayor respeto.

La metáfora es tan estupenda que no cabe añadir más; si acaso, tener presente que cada vez más voces opinan que ya es el momento de dejar correr el agua, porque creen que las cañerías están obstruidas por tanta suciedad acumulada desde entonces.

A mí, eso de las cañerías obstruidas me lleva a plantearme, en este momento, la siguiente pregunta: ¿Qué puede haberse acumulado en la mente de una persona –o incluso de una sociedad: la nuestra, ¿para qué ir más lejos?- para que sea tan incapaz de sentir que la vida todavía fluye por sus entrañas? Habrá que llamar de nuevo al Fontanero. A él le encanta limpiar, porque sabe que las mentes en las que se ha ido acumulando día a día la suciedad entorpecen el deleite de la vida propia y ajena.


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