15/4/09

La necesidad de crear


En algún lugar leí que el arte es una nueva y dinámica religión que se sitúa por encima del bien y del mal y que, precisamente por eso, es indiferente al hombre, al placer, al dolor, a la moral, a la vida y a la muerte. No estoy del todo convencido de entender esa definición, pero me viene al pelo para compartir algunas ideas sobre la necesidad de crear propia de los seres humanos.

Desde luego, hay manifestaciones artísticas que parecen buscar hel-arte el corazón; pero aun así, no voy a ser yo precisamente quien cuestione el impacto, positivo o negativo, que nos producen las obras de arte en cualquiera de sus manifestaciones.

Hice mis pinitos en dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, ubicada en aquellos años en la Plaza Palacio. Me dijeron que no lo hacía mal del todo; y todavía hoy sucumbo a la urgencia de trazar algunos garabatos. Dejé aquellos estudios porque me prendió otro arte: las palabras, la literatura y, por encima y dándole sentido a lo demás, por la Palabra. Ni quiero ni sé renunciar a la creatividad, aunque no la viva delante de un caballete sino ante la pantalla del ordenador. Como creyente, entiendo que esa necesidad de crear es patrimonio nuestro porque fuimos creados a semejanza de quien nos creó; Otros pueden verlo de otra manera, y tienen todo el derecho; pero me resulta innegable que esa capacidad creativa va desapareciendo en la medida en que también va desapareciendo la niñez, como dijera tan acertadamente Neil Postman.

En esta etapa creativa de mi vida, entiendo mejor lo que anoté un día en mi cuaderno: “Crear es vivir en una edad sin edad”. Pues, precisamente se trata de esa sensación. Porque, en un sentido que no sé razonar pero que me emociona, cuando creamos estamos más cerca de aquellas experiencias para las que fuimos diseñados; y en ese sentido, estamos luchando contra una sociedad en la que se intenta cercenar las capacidades creativas.

Y además, yo tengo muy presente que el Reino de los Cielos es de los niños. Vivir sin edad es una pasada…


6 comentarios:

Jose Antonio dijo...

Cuando hacía la "mili" me discutía frecuentemente con un teniente-cura. Una vez me dijo: "...ser cristiano es hacer la voluntad de Dios, y no pensar en si esa voluntad es buena o es mala..." Hay personas (y sociedades) que tienen la creatividad como algo perteneciente y relativo solo a Dios.
Sirva de ejemplo la religión musulmana y las figuras imperfectas (como los leones de la Alhambra) ya que solo Dios puede hacer las cosas bien hechas. ¡Que cosas...! Como si Dios no se complaciera cuando nosotros, la imagen de su creación, hacemos algo bién hecho.
Ser creativo, querido abuelo, es meter las manos en la arcilla de la vida hasta los codos. Como niños pequeños, sin miedo a mancharnos la ropa, sin temor a ensuciarnos las manos. Y si nos equivocamos...pues...¡vale!
Pero el placer de crear, de hacer brotar lo que Dios ha puesto en nuestra mente es algo que supera cualquier experiencia de la videoconsola. jajajaja.
Un abrazo y gracias por tu nueva reflexión.

el abuelo dijo...

Gracias a ti, José Antonio, por enriquecer siempre lo que escribo con tus sabias reflexiones.

Hay que seguir creando, ¡adelante, amigo!

Jona dijo...

Pues si no existe edad igual tienes que retitular tu blog y llamarlo "Las batallitas del abuelo (o no)"..

el abuelo dijo...

Querido JOna:

De momento dejaré el bloc tal como está, por mucho que siga defendiendo que los años tienen poco que ver con la edad. Lo que ocurre, lo confieso, es que no puedo renunciar a abrazar y besa a mis nietos y nietas. Así que, ¡abuelo, iaiu, avi!

Gracias

Esperanza E Serrano dijo...

Me conmueven sus relatos y reflexiones. Me encanta la forma de presentar sus escenarios y ese toque tan personal y humano que le imprime a los mismos.
Seguiré leyéndolo... pero por el momento: ¡Voto por su blog!
Felicidades,
Saludos,
Esperanza E. Serrano

el abuelo dijo...

Pues, ¡qué bien, Esperanza!
Es espeeranzador haber sido capaz de transmitirte ese "toque" que te ha tocado al punto de votarme. Muchas gracias.

Espero no generar ninguna desesperanza en el futuro.